Marca Corona
En el recorrido de una comunidad y de una empresa, son las personas las que marcan la diferencia. Y el caso de Marca Corona no es una excepción. Porque si a alguien debemos el próspero destino de todo un distrito, todavía hoy cuna de la excelencia cerámica italiana, es justamente a las personas que han contribuido a la evolución de nuestra empresa cerámica. Un viaje apasionante que comienza precisamente en 1741, el año en que algunos miembros de la burguesía de Sassuolo fundan la «Fabrica della Majolica». Diez años después, la «Fabrica della Majolica» se vende al primer gran protagonista de nuestra historia, Giovanni Maria Dallari.
La época Dallari
Tras obtener la exclusividad del Duque de Este, Dallari consigue que la fábrica alcance excelentes resultados comerciales en poco tiempo y una originalidad artística que nada tiene que envidiar a los grandes fabricantes de la Península. Dallari llama a su lado a su hijo Giovanni y se rodea de figuras destacadas como el pintor Pietro Lei, famoso por su trabajo en Pesaro, y Leopoldo Finck, un ceramista de origen vienés residente en Bolonia. A ellos se unen más tarde otros alfareros que realizan su aportación al patrimonio tecnológico y artístico de la fábrica de Sassuolo, gracias en parte al uso de materiales nobles y técnicas de producción innovadoras. Al morir Giovanni Maria, la fábrica pasa oficialmente a manos de su hijo Giovanni. En 1791, el ducado revoca la exclusividad, lo que provoca una grave reacción que pone a Dallari y a todo el distrito en un gran aprieto. Siguen unos años difíciles y llenos de duras pruebas que llevan a los hijos de Giovanni Maria, Onorio y Costanzo, a vender la fábrica en 1835 a Giovanni Francesco Maria Ferrari Moreni, antiguo propietario del Molino de Sassuolo.
Giovanni Francesco Ferrari Moreni y la brillante recuperación
El conde Giovanni Francesco Ferrari Moreni, destacado exponente de la nobleza de Módena y de la corte archiducal, adquiere una fábrica en graves dificultades financieras, aunque no es algo que le haga desanimarse. De hecho, decide centrarse en una producción basada casi exclusivamente en el uso de la loza, proponiendo mezclas innovadoras y decoraciones que siguen las modas inglesas y venecianas del siglo XVIII, en ese momento cercanas a los gustos de la corte modenesa. La calidad de los productos ofrecidos determina un amplio consenso en la zona, y marca el inicio de una auténtica recuperación económica. En 1851 el conde es elegido Podestà de Módena. Con pesar se aleja de los intereses de Sassuolo y se ve obligado primero a alquilar y luego a vender la fábrica a un hábil empresario que marcará la historia de la cerámica de la zona: Giovanni Maria Rubbiani.
Los Rubbiani y la cerámica de la Italia unida
La segunda mitad del siglo XIX es un periodo de innovación e inversión bajo la dirección de Giovanni Maria Rubbiani, su hijo Carlo y su hermano Don Antonio.
Gracias a su compromiso social y político y a sus personalidades ilustradas, las condiciones de los trabajadores mejoran significativamente.
La vertiente artística y la formación en la fábrica se convierten en elementos de primordial importancia: es una edad de oro en la que la cerámica de Sassuolo – una floreciente producción con influencias orientales y neorrenacentistas – destaca en las exposiciones provinciales, regionales, nacionales y universales de las primeras décadas del joven estado italiano.
Cuando Carlo muere en 1891, la Fábrica de Sassuolo es una empresa de vanguardia que también fabrica placas de calles, azulejos para revestimientos y baldosas para pavimentos de cerámica.
Estos productos se elaboran según el revolucionario proceso de prensado en seco, un método que permite: reducir los periodos de secado; contener las deformaciones durante la cocción; cumplir con las principales normas relativas a la limpieza e higiene de los edificios públicos y comerciales.
La ocasión para una presentación pública de verdad, donde el prensado en seco causa sensación, se produce en la Exposición Nacional de Cerámica y del Vidrio en el Museo de Arte Industrial de Roma en 1889.
Aquí el «ensayo de la mayólica» suscita una visible desconfianza en otros fabricantes. Pero es precisamente este producto el que marca el punto de avance industrial.
El siglo XX y la fase Olivari
Las muy diferentes habilidades empresariales y las continuas divergencias entre los distintos herederos sumen la «Ditta Carlo Rubbiani» en un nuevo momento de crisis. Esto llevará a constituir posteriormente la nueva sociedad «S.a.S. Carlo Rubbiani, di Rubbiani, Olivari & C» y a la entrada de un nuevo empresario, el industrial Matteo Olivari, natural de Liguria pero residente en Milán, que como comisario de Rubbiani compra la planta de los herederos. Gracias a la notoriedad alcanzada, las baldosas cerámicas conservan su antiguo nombre, pero la sede administrativa se traslada a Milán, a la via Montenapoleone. La diversificación de la actividad que lleva a añadir un taller eléctrico, el contrato para suministrar el alumbrado público de Sassuolo y la producción de hielo industrial, permite una recuperación sustancial y bastante rápida.
En los años 20, los activos de la «S.A.S. Carlo Rubbiani» pasan a formar parte de la «Società Anonima Ceramica di Sassuolo». El presidente es Pietro Vaccari, natural de Módena, y los directores son Matteo Olivari y el príncipe Emilio Odescalchi. El resto de miembros del Consejo son en su mayoría milaneses.
Nos encontramos ante una expansión sustancial de la empresa y una actualización de la producción con:
- una nueva serie en colores sólidos;
- formatos diamantados;
- cuadrados y rectángulos monocromáticos o decorados con spray y plantilla;
- listones para bordes lisos o biselados en estilo art déco.
La producción de la Società Ceramica di Sassuolo, próspera y de calidad, no se ve afectada por la profunda crisis financiera del 29 que afecta a las industrias de la provincia; es más, la increíble capacidad de gestión de Olivari conduce a un crecimiento exponencial, influyendo también en otros sectores.
La Gran Guerra y el nacimiento de Marca Corona
La repentina muerte de Olivari en febrero de 1932 provoca numerosos cambios de razón social, que convergen en diciembre de 1935 en la «Società Anonima Ceramiche Marca Corona», con sede administrativa en Milán.
Este es un periodo marcado por circunstancias adversas para la economía, principalmente la escasez de combustible debido a la política autárquica del Régimen Fascista.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, 143 mujeres ocupan el lugar de los hombres en la fábrica y se hacen cargo del destino de la empresa. En 1942, con los bombardeos en la zona de Sassuolo y la prohibición de fabricar vidrio y cerámica, la planta de Marca Corona queda gravemente dañada y su futuro comprometido.
Marca Corona en la actualidad: historia y tradición, innovación tecnológica y estilo
Tras el final de la guerra, la empresa de baldosas y azulejos de cerámica para pavimentos y revestimientos logra recuperarse poco a poco y enfocarse en una expansión progresiva.
En 1975 la planta se traslada fuera del pueblo para permitir la construcción de nuevos establecimientos y reducir el tráfico y la contaminación en la ciudad; en 1982, Marca Corona pasa a formar parte del Grupo Concorde, el primer grupo cerámico europeo de capital italiano.
En las décadas siguientes, la empresa se internacionaliza, pero mantiene un fuerte vínculo con sus orígenes y el territorio, contribuyendo a numerosas iniciativas de reurbanización y adoptando un enfoque ecológico para proteger el medio ambiente y promover una producción sostenible.